Cerrrar algunas puertas no necesariamente por orgullo, sino porque no te dirigen hacia ningun lado. Por ejemplo en el ámbito del amor, es cierto que si sufrimos algún daño, una traición, es propio del cristiano perdonar, pero eso no significa que debes continuar, esto referido a una etapa de enamoramiento o noviazgo. Tú tienes la decisión de poder analizar la situación, si realmente vale o no la pena continuar. Recuerda que todo depende de uno mismo y si hay algo que no te hace feliz, deséchalo.
Lo que si es recomendable, es que todo lo que vayas hacer de ahora en adelante, lo dejes en manos de Dios.
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