Jesús dejó su corona de reyes y se puso la corona de espina, algo que nos debe hacer reflexionar mucho en nuestras vidas. Jesús no vino solo a enseñar la Palabra de Dios, sino que vino en sacrificio para salvarnos del pecado.
Un rey que se despojó de todo para morir en un madero, puesto a lado de pecadores para compartir el mismo destino.
El amor de Jesús queda reflejado en esta acción, algo que sin duda nos muestra el gran amor hacia sus hijos.
Dejar todo y sufrir por cada uno de nosotros ¿Realmente valoramos eso hoy en día? Jesús sufrió para que hoy puedas tener una esperanza de salvación por medio de Él ¿Ya lo aceptaste en tu vida? ¿Ya te arrepentiste de tus pecados? Si no lo has hecho ¿Qué esperas para poder hacerlo?
Dice en Romanos 10:9 Que si confesáramos con nuestra boca a Jesús por Señor y creemos de corazón que fue resucitado de entre los muertos, seremos salvos.
Es decir tenemos que declararlo, tenemos que creer que Jesús es nuestro salvador, tal como lo acepto aquel ladrón con quién compartía el mismo fin en la cruz. Por lo que Jesús le dijo “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”
Jesús en obediencia a su Padre se despojó de aquella corona para cumplir un propósito, de igual modo podemos tener mucho hoy en día, pero si la voluntad de Dios hace que nosotros tengamos que dejar algo en nuestra vida, debemos dejarlo. Recuerda que primero está la obediencia a Dios y no importa lo que pase después, porque grande será tu recompensa.
Espero esta reflexión de las coronas de Jesús haya sido de bendición para tu vida. Es corto pero esta imagen cristiana nos trasmite el amor de Jesús hacia la humanidad con su sacrificio.
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